El maestro Alapizco, no recuerdo bien cuál era su nombre, Jorge creo se llamaba, siempre fue Alapizco para nosotros, y pues fue un maestro excepcional como pocos. Desde que llegaba antes de cruzar la puerta ya nos decía “avanzamos muchachos”, nunca llevaba nada más que un plumón, un borrador y su botella de agua.
Nos enseñó muchas cosas, aparte de mate que era su materia, nos estimulaba mucho, se preocupaba porque todos aprendieran, a las chamacas les llamaba “bonitas” y a nosotros “ingenieros”. Nos decía que no le gustaba llevar a nada al salón para darles confianza a los estudiantes, demostrándoles que sabía de lo que hablaba y que los ayudaría a aprender lo que sabía. Aparte tenía una historia de superación muy inspiradora
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